El sorgo es un cereal de múltiples propiedades que nos puede ayudar a mejorar nuestra ingesta diaria. Normalmente se usa como pienso para los animales pero no tiene por qué no usarse en la cocina diaria.
Lo fundamental es que no tiene gluten, por lo tanto los celíacos lo pueden tomar sin ningún tipo de problema. La textura es similar a la del grano de maíz y sus propiedades también pero tiene menos grasas e hidratos de carbono.
También tiene propiedades astringentes, homeoestáticas y antidiarreicas. Se consume en forma de harina y puede combinarse con la de maíz para la confección de platos de todo tipo. Los no celíacos la toman en galletas, tartas o bizcochos envasados, es común mezclar esta harina con la de trigo.
Igualmente los diabéticos pueden apuntarse al consumo de sorgo. El azúcar de un pastel, por ejemplo, será la misma pero la harina de sorgo provocará que la digestión de esa sustancia sea más lenta y por lo tanto el organismo pueda utilizarla mejor.
El sorgo cada vez es más fácil de encontrar y puede ser un interesante recurso para muchas personas con problemas de diabetes o celíacos. El sabor puede chocarnos un poco al principio así como su digestión, con el tiempo se acostumbra el organismo y sus beneficios son inmensos.
El sorgo es un cereal apto para el consumo humano porque a pesar de utilizarse para el consumo animal en los países desarrollados se utiliza también para elaborar bebidas alcohólicas. Este cereal que pertenece a las gramíneas se origina en América, Europa y Asia Central. El sorgo es resistente a las altas temperaturas y en consecuencia a las sequías por lo cual se cultiva en zonas áridas de calor extremo. Esto se explica porque ante temperaturas elevadas entra en descanso para retomar su actividad cuando mejora el tiempo.