El comercio internacional de maquinarias agrícolas se
caracteriza por la mayor concentración de las exportaciones de equipos
autopropulsados en un reducido grupo de países en relación con los demás
segmentos de esta industria. Debido, principalmente, a que su oferta se
encuentra en manos de un conjunto acotado de empresas multinacionales que
posee vínculos con las principales automotrices a nivel mundial tanto de
origen norteamericano como europeo. Estas relaciones les permite
satisfacer los requerimientos de capital, alcanzar economías de escala en
la producción y dominar las distintas tecnologías de procesos, de producto
y otras.
La mayoría de estas empresas multinacionales se encuentra
atravesando procesos de fusiones, adquisiciones y alianzas, con el fi n de
lograr la complementación de sus plantas ubicadas en distintos lugares del
mundo, de manera que componentes fabricados por una pasan a otra para el
armado del producto final tanto con partes propias como con partes
provistas por terceros.
Estos procesos surgen como mecanismos para competir con
empresas que detentan una posición dominante en el mercado mundial en los
distintos segmentos de las maquinarias agrícolas.
Las estrategias de las empresas multinacionales del sector
producen efectos en el mercado local, que se materializan en el cierre de
las plantas ubicadas en la Argentina y la concentración de la producción
de la mayoría de estas empresas en Brasil. Muchas de las empresas
multinacionales del sector que producían maquinarias agrícolas en el país,
especialmente equipos autopropulsados, han discontinuado su fabricación,
pasando a importarlas de Brasil.
Resulta interesante la comparación con otros países para
determinar la posición relativa de nuestra industria y tratar de
aprovechar aquellas experiencias que resultaron exitosas para la defi
nición de un plan estratégico de desarrollo orientado a maximizar la
contribución de este sector al crecimiento económico del país. En este
contexto se analizan los casos de Brasil e Italia. La industria nacional
de la maquinaria agrícola posee una vasta historia de desarrollo, que la
ubica como una de las más tradicionales dentro de la
industria metalmecánica. Como resultado de ese desarrollo iniciado a
principios del siglo pasado, actualmente presenta una brecha tecnológica
poco significativa con relación a los productos ofrecidos por la industria de
los principales países fabricantes de estas maquinarias.
A su vez, se trata de una industria en la que las plantas
fabriles son preponderantemente pequeñas y medianas, con un promedio de
empleados ocupados por establecimiento menor a la mitad del promedio para
el sector productor de equipos. Asimismo, considerando la participación
relativa del sector de las maquinarias agrícolas en el pbi y en el empleo
de la rama de las maquinarias y equipos, surge que la participación en el
empleo es mayor que la participación en el pbi de la rama, indicando que
se trata de un sector mano de obra intensivo en relación con el conjunto
de los sectores que la componen. Esta industria cumple un rol
estratégico como proveedora de bienes de capital del sector agropecuario,
en un país donde los principales productos exportables son commodities
agrícolas. Más aún, teniendo en cuenta que a partir del segundo semestre
del año 2002 presenta un fuerte crecimiento como
resultado del ciclo alcista de los precios internacionales
de los principales granos y sus derivados.
Cabe destacar que se trata de un sector que ofrece
experiencias recientes de asociación empresaria, surgidas de las
necesidades de lograr economías de escala que les permitan recuperar la
participación perdida en aquellos segmentos donde las importaciones han
logrado una fuerte penetración y, a su vez, intentar una mayor inserción
en el comercio mundial.En la actualidad, la capacidad instalada de la industria
se encuentra próxima a su plena utilización, provocando demoras en las
entregas e incrementos en los precios de los equipos nacionales que, a su
vez, ocasiona una perdida en la participación del sector en las ventas
totales al mercado interno frente a las importaciones, especialmente en el
caso de las maquinarias de
mayor complejidad tecnológica (cosechadoras y
tractores). En este sentido, se destaca la importancia que reviste para el
desarrollo de la industria nacional de la maquinaria agrícola una política
activa desde el estado que sea capaz de promover las inversiones
necesarias para superar el cuello de botella que presenta el sector y de
esa manera incrementar la capacidad
instalada, recuperando en parte la capacidad perdida durante
la década del 90 y logrando una participación más activa en el comercio
mundial.
Con la devaluación del peso ocurrida a principios de 2002,
se inicia un nuevo ciclo caracterizado, en un principio, por una
importante caída de las importaciones y un aumento de la demanda de estas
maquinarias sustentada por la suba de los precios internacionales de los
principales granos, especialmente la soja. Esto permitió a partir de 2003
un fuerte crecimiento de las importaciones que, para 2004, representaron
el 65% del consumo aparente nacional, condiciones que de persistir no
permitirán aprovechar la potencialidad del sector en su contribución al
desarrollo de las fuerzas productivas del país.
Las posibilidades de crecimiento para el sector se
encuentran en el manejo de la información del mercado, en la incorporación
de normas de calidad, en la mejora de los procesos de fabricación, en la
adecuación de las normas arancelarias de exportación e importación, en el
marketing, en la reingeniería del diseño y el manejo empresario.
Adicionalmente, deberían crearse mecanismos que emulen o de alguna manera
compensen los subsidios con
que cuentan los fabricantes de estas maquinarias en Brasil,
que ingresan sus equipos al mercado local con un arancel nulo.
También resultan esenciales las prácticas asociativas o
alianzas estratégicas entre empresas como instrumentos para incrementar la
participación de la producción nacional en el mercado interno y explorar
al camino de la exportación. Estas prácticas facilitan la incorporación de
mejoras tecnológicas en los productos, la introducción de nuevos productos
y permiten aprovechar los benefi cios de las economías de escala.
Para el logro de las condiciones enunciadas en los párrafos
anteriores se requieren defi niciones relacionadas con el tipo de
industria local que aspiramos a tener (predominantemente de capital
nacional o fi liales de empresas multinacionales). Asimismo, con la mayor
o menor integración local de los productos, con el diseño y la tecnología
(propias o bajo licencias extranjeras)
y con el tamaño mínimo de las unidades económicas. Este
último punto refiere a la estructura del mercado, uno con empresas de capitales
nacionales concentrados, competitivas a escala regional o mundial, u otro
de capitales dispersos, dirigidas principalmente al mercado interno.
Por su parte, son esenciales las políticas públicas
orientadas a estimular las conductas asociativas y alianzas estratégicas
entre empresas nacionales, incentivar tanto la demanda como la oferta de
estas maquinarias y lograr la complementación institucional de organismos
públicos y privados.
Finalmente, dadas las fortalezas y debilidades de la
industria resulta necesario recalcar el rol estratégico que cumple en un
país con un sector agropecuario maduro, capaz de funcionar como motor para
su desarrollo, pero que, a su vez, ha perdido muchas de sus capacidades
metalmecánicas durante las últimas décadas del siglo pasado. En este
sentido, el crecimiento de este sector de la metalmecánica permitirá,
mediante el derrame hacia otras industrias, recuperar dichas capacidades y
fortalecer el desarrollo de esta rama de la industria nacional.